Diabetes tipo III
La diabetes Tipo III es el término que hemos utilizado para las personas que conviven con la diabetes médica, las familias, las parejas, los amigos.
Padecer una enfermedad crónica supone modificar, manejar y aprender un montón de información, se requerirá tiempo para aprender y asumir todos los cambios.
La búsqueda por parte de la persona que padece la diabetes de buenos apoyos va a ser fundamental, la familia, el equipo médico, los amigos…
La familia, la pareja, los amigos
Tendencia a la sobreprotección:
El miedo a que nuestros hijos puedan cometer algún error en la aplicación del tratamiento, el incumplimiento terapéutico,… Todo ello puede ocasionar que la familia no permita que el niño se enfrente por sí mismo a nuevas situaciones, creando actitudes de dependencia e inseguridad en el niño ya que no se les permite tomar decisiones o participar activamente en el tratamiento.
La falta de autoridad parental:
Ser negligente, “pasar”, o restar importancia al tratamiento de nuestros hijos dará lugar a actitudes de irresponsabilidad, e incluso al incumplimiento terapéutico.
La presión frente a los resultados del autocontrol:
Ser demasiado exigentes provocará una obsesión con los resultados y puede ser que se despierte una rebeldía incluso el rechazo al tratamiento por parte del niño, adolescente o adulto.
Ser demasiado autoritarios:
Se puede correr el riesgo de que el niño, el adolescente o el adulto pase a estar en un segundo plano con respecto a su diabetes, evitando tomar decisiones con respecto a la misma.
La actitud negociadora:
Sería la más recomendable, ya que promueve la toma de decisiones en conjunto con el niño, el adolescente y el adulto, en definitiva reafirma la responsabilidad y la seguridad en la toma de decisiones.
Escuchar:
Debemos intentar escuchar al otro si queremos ser escuchados.
Un entorno positivo
Qué aspectos pueden influir de forma positiva en la convivencia:
- Dialogar sobre los sentimientos, dudas, miedos… sin juzgar al otro.
- No reducir la existencia de la persona con diabetes a su enfermedad, cuando preguntamos ¿qué tal fue el día? y no preguntamos por aspectos de la enfermedad ¿has tenido una bajada? ¿Te mediste antes de ponerte la insulina? ¿Llevas hidratos? reforzamos la confianza y mostramos que nos interesamos no sólo por la diabetes.
- No centrarnos solamente en el resultado, reforzar positivamente el esfuerzo realizado para conseguirlo, aunque éste no sea bueno finalmente.
- Ser positivos con los errores ya que nos pueden ayudar a modificar pautas que nos ayudarán a entender mejor el tratamiento.
- Explicar de forma razonada las prohibiciones, en el caso de los más pequeños.
- En el tema de la infancia y la adolescencia se debe procurar que ambos padres transmitan mensajes en la misma línea, evitando las contradicciones ante los hijos. Ante cualquier discrepancia se debe procurar hablar antes, y pactar las resoluciones para evitar los conflictos.
- Debemos tener todos un objetivo: aprender a vivir con la diabetes y no para la diabetes.
- La familia, pareja y amigos deben actuar como soporte afectivo, en el caso de los menores no autónomos la familia sí gestionará o ayudará a gestionar su diabetes, en el caso de los mayores no debemos esperar que un familiar, pareja, amigo aclare dudas sobre la diabetes.
- Responsabilizarse en el tratamiento y aprender el manejo te da todos los elementos que influyen e intervienen en él (insulina, dieta, ejercicio, situaciones sociales…)